Sí cada uno de nuestros actos nos trae una serie de consecuencias, ¿qué sentido tiene llorar?. ¿Qué sentido tiene el arrepentimiento o la melancolía?
Retamos al destino desde el mismo día en que nacemos, decidimos vivir, decidimos crecer, y en nuestro fuero interno, ya somos conscientes de que no hay eterna niñez.
Ya va siendo hora de admitir, de entender, (y de vivir) que la vida son cambios consecutivos, que la vida se puede medir en fotos.
Y que siempre nos quedará el buen recuerdo de todo lo que pasó ayer, mientras vivimos el hoy, y esperamos ansiosos el mañana.
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